Luego de conversar con algunos amigos esta noche, pasé de forma rápida por las historias del News Feed en Facebook. Buenos posts por algunos contactos utilizando el sarcasmo y la ironía. Otros señalando lo gracioso que es leer los insultos de Lutero, y una publicación anunciando la oportunidad de ganar libros gratis. De repente, de alguna extraña manera la palabra “adviento” irrumpió en mi mente, evocando una de mis imágenes preferidas. Seguido, me miré en el espejo y mis labios murmuraron “Yo soy Eva, no María.”
Mi respuesta no siempre ha sido (y muchas veces no es) “Aquí tienes a la sierva del Señor. Que él haga conmigo como me has dicho” (Lucas 1:38, NVI). Más bien he dudado de Él, he lanzado mi grito de independencia y he reclamado mi autonomía. He creído que mis planes son mucho mejores que los de Él y luego me he escondido cuando el quebrantamiento de mi propio pecado me ha alcanzado. Eva te veo y me veo, y lo grandioso es que el evangelio es para ti… Es para mí… Es también para María.
-Juliany