
Sí, fue ayer en la noche. Iba de regreso a mi casa, sentada en el asiento posterior. Y allí volví a un artículo que había guardado hacía algunos días para leerlo posteriormente… El macabro misterio de las mujeres de Río Rojo del Norte…
El semestre pasado quedé fascinada con el contenido de un curso de Teología en el Contexto Global, con los textos requeridos, con los sugeridos y con tantos otros que uno pide como recomendación. Y fue allí donde por vez primera escuché hablar de los feminicidios en Ciudad Juárez. Ahora, allí estaba sentada, leyendo acerca del reflejo de espejo que se encuentra en el norte del continente: Winnipeg. El artículo comienza relatando la historia de Rinelle, una joven de 16 años que fue atacada física y sexualmente, y luego abandonada a la ribera del río.
Entre 1980 y 2012, casi 1.200 mujeres y niñas indígenas fueron asesinadas o desaparecieron, según un informe publicado el año pasado por la Real Policía Montada de Canadá.
Pero, ¡¿por qué desaparecen?! ¡¿Por qué son asesinadas?! ¡¿Qué fue eso tan atroz que cometieron para merecer tan oscuro destino?! Ser mujeres. Tener una vagina en lugar de un pene. Ser indígenas.
Bernadette Osborne […] [b]usca a su media hermana Claudette Osborne, que fue vista por última vez en julio de 2008 con un camionero al lado de una carretera interurbana. Claudette tenía 21 años y acababa de dar a luz a su cuarto hijo. “Todavía estaba sangrando y este hombre estaba tratando de tener relaciones sexuales con ella”, le cuenta a la BBC Bernadette. “Ella trató de llamar a pedir auxilio a las cuatro de la mañana”. Pero el teléfono al que llamaba se había quedado sin crédito y pasaron varios días antes de que su familia escuchara los mensajes. Para entonces Claudette ya había desaparecido.
De repente vino a mi memoria… Despedí el 2013 en Guayubín, un pueblo en la provincia de Monte Cristi, al noroeste de la República Dominicana. Nos transportamos a una comunidad a servir, y allí fue que la conocí. Ella se acercó y me pidió una muñeca… Lo siguiente que me dijo fue: “Vivo con un hombre y esta es la tercera vez que me abandona”. Ella tenía doce años.
Y estoy convencida de que, como dijo un amigo, “aquí es donde la teología agarra vida y calle y fango y esperanza”, porque una teología en un estante no nos sirve. Aún no sé cómo le meto mano al meollo mental que tengo, pero soy fiel creyente de que tenemos que incomodarnos. ¿Cómo el evangelio responde a la realidad de las mujeres bajo opresión, abuso y violencia? Por el momento releo el libro de Nancy E. Bedford, La porfía de la resurrección: Ensayos desde el feminismo teológico latinoameticano, y me he encontrado con un poema de June Jordan, traducido por la poeta chilena Verónica Zondek que Bedford incluyó en el segundo capítulo de su libro…
Incluso esta noche necesito caminar y despejar
mi cabeza en relación a este poema sobre por qué no puedo
salir sin cambiarme de ropa de zapatos
ni la posición de mi cuerpo o la identidad de mi género mi edad
mi status de mujer sola al atardecer/
sola en las calles/ sola no siendo el caso/
el caso es que no puedo hacer lo que quiero
con mi propio cuerpo porque soy del sexo
equivocado de la edad equivocada del color de piel equivocado y
supón que no es aquí en la ciudad sino allá en la playa/
o en la profundidad del bosque y quisiese ir
sola mi alma ahí a divagar sobre Dios/ o
los niños o a pensar sobre el mundo/ todo eso
revelado por las estrellas y el silencio:
no podía ir y no podía pensar y no podía
quedarme ahí
sola
como lo necesito
sólo porque no puedo hacer lo que quiero con mi propio
cuerpo y
quién mierda hizo las cosas así
de este modo…
Ahora es que nos enrollamos la mangas, salimos de los estantes, nos sentamos en un café local y conversamos con la gente, la conocemos y dejamos que nos conozcan… Nos volvemos vulnerables, porque solo al hacernos vulnerables nos hacemos fuertes. Entendemos que la teología que vale la pena y el gozo es aquella que como bien dice Samuel Escobar, se hace…
no contemplando a Cristo desde la cómoda distancia del balcón […] sino siguiéndolo en los caminos difíciles de nuestras tierras latinoamericanas.
Y también en los caminos difíciles de Winnipeg, de Guayubín, de mi Puertorro… En los caminos difíciles que nos llevan hasta los confines de la tierra.
Libros citados
Bedford, Nancy E. La porfía de la resurrección: Ensayos desde el feminismo teológico latinoamericano. Buenos Aires: Ediciones Kairós, 2008. Páginas 31-32.
Nota: Sólo incluí el fragmento que Nancy incluyó en su escrito, sin embargo, puede encontrar el poema en su totalidad en el siguiente enlace: http://www.humanidades.uach.cl/documentos_linguisticos/document.php?id=1295
Escobar, Samuel. “Doing Theology on Christ’s Road” en Global Theology in Evangelical Perspective: Exploring the Contextual Nature of Theology and Mission. Editado por Jeffrey P. Greenman y Gene L. Green. Illinois: InterVarsity Press, 2012. Página 71.