¿Dónde queda la soberanía de Dios en la práctica del “Yo declaro”?

¿Quién es Dios? Quizás muchos llegamos a pensar en un viejo mal humorado sentado en un gran trono en el cielo mirando a los seres humanos como hormigas. Es probable que este no haya sido el cuadro en su mente. Muchos vemos a Dios como un padre moderno (aquellos que buscan ser sólo los amigos de sus hijos y desechan la disciplina). Pero quizás la imagen de un padre moderno hace ver a Dios más joven de lo que lo imaginamos, así que sería mejor pensar en… ¡un abuelo! En palabras del gran intelectual del siglo pasado C. S. Lewis:

Lo realmente satisfactorio para nosotros sería un Dios que dijera de todo cuanto nos gustara hacer: “¿Qué importa lo que hagan si están contentos?”. No queremos tener realmente un padre en el cielo, sino un abuelo, una benevolencia senil que disfruta viendo a los jóvenes, como suelen decir los ancianos, “pasándolo en grande”; un ser cuyo plan para el universo fuera sencillamente poder decir de verdad al final de cada día “Todos se lo han pasado bien”.

C. S. Lewis en su libro El problema del dolor, pág. 47

Lewis acertó a describir lo que nosotros como pecadores queremos de Dios: un Dios que cumpla nuestros caprichos y no tenga problemas con ellos. Esta es la concepción detrás del movimiento de declaración: el hombre manda y Dios hace. Y esta concepción no sólo está en esa práctica de declarar. Como una persona que he crecido en un movimiento pentecostal tengo mucha experiencia con coros que presentan al Espíritu Santo como una paloma que los hombres pueden enjaular. ¿O quién no ha oído oraciones cuyo final se resúme en “¡Ahora, ahora, ahora! ¡Ahora Dios!”? Pero Dios no es una marioneta, Él es el soberano Creador de todo lo que existe. No es un viejo mal humorado sentado en un trono, o un padre moderno que no disciplina. Tampoco es un abuelito con benevolencia senil que se agrada con nuestra naturaleza pecaminosa.

Joshua Harris en su libro Cava más hondo expone de forma completa y breve quién es Dios… y quiénes somos nosotros:

Dios es el Creador. Yo soy creado. Dios es el que hizo todas las cosas (Génesis 1:1). Dios habló, y creó al mundo a partir de la nada. Yo fui hecho.

Dios es eterno. Yo tuve un principio. Él no tuvo principio ni tendrá fin. (Salmo 90:2)

Dios existe en sí mismo. Yo soy un ser dependiente. Necesito aire para respirar, agua para beber, alimento para comer; si no los tengo, mi cuerpo muere. Dios no tiene que apoyarse en nada fuera de Él. Tiene vida en sí mismo. (Hechos 17:24-25)

Dios es omnipresente. Yo solo puedo estar en un lugar a la vez. (Jeremías 23:23-24) [Por cierto, en este punto aprovecho para hacer notar el hecho de que el famoso coro “Si esto sigue así yo voy a llamar a Jehová: Jehová ven” niega la verdad bíblica de la omnipresencia de Dios. Piense en el siguiente cuadro: Se canta ese coro a mitad de culto, entonces todo lo que pasó anteriormente no fue de Dios porque si lo están llamando es porque no estaba. Pero no se debe cantar nunca porque es anti-bíblico, niega la doctrina de Dios.]

Dios es todopoderoso. Mi poder tiene límites. Pero para Dios no hay nada que sea demasiado difícil (Jeremías 32:17).

Dios lo sabe todo. Mi conocimiento es limitado. (Hebreos 4:13)

Dios no es una versión mejor y más grande de mi persona. Él es santo; Él está por encima y más allá de nosotros.

-Páginas 41-43

Conocer quién es Dios afecta nuestra adoración, poque como bien expone R. A. Mohler en su libro Proclame la verdad, la adoración auténtica comienza con una verdadera visión del Dios vivo y verdadero. Lea Isaías 6. O sea, ¡la diferencia entre Dios y yo es más grande que la diferencia entre una vela y el Sol!

Si usted quiere conocer lo que las personas realmente creen de Dios, no pierda el tiempo leyendo a los teólogos. Obsérvelos adorar. Escuche qué cantan y cómo oran. Luego sabrán de este Dios al que adoran. Me preocupa que en la iglesia evangélica normal y corriente, el Dios de la Biblia nunca llegaría a conocerse al observar nuestra manera de adorar.

R. A. Mohler, Jr. en su libro Proclame la verdad, pág. 31

Al escuchar las oraciones de las personas que practícan la declaración o el decretar, las mismas nos presentan a un Dios marioneta dominado por los deseos humanos. No es un secreto que la iglesia está en una crisis, la cual es resultado de que se haya desplazado la Palabra de Dios con el fin de tener en nuestros púlpitos charlas motivacionales y psicología. La base de éstas últimas es secular y tienen valores postmodernos. Uno de los valores postmodernos es la divinización del hombre, la exaltación del hombre. Años de predicación acerca del hombre y no de Dios tienen grandes consecuencias. Tenemos hombres que se creen Dios. Pero la Biblia presenta otro cuadro acerca del hombre. La verdad del hombre es su total incapacidad de hacer lo bueno debido a que es esclavo del pecado (Juan 8:34).

“Si nuestra mayor necesidad hubiera sido económica, Dios nos habría enviado a un economista. Si hubiera  nuestra mayor necesidad hubiera sido entretenimiento, Dios nos habría enviado a un comediante o a un artista. Si nuestra mayor necesidad hubiera sido estabilidad política, Dios nos habría enviado a un político. Si nuestra mayor necesidad hubiera sido salud, Dios nos habría enviado a un doctor. Pero nuestra mayor necesidad fue nuestro pecado, nuestro distanciamiento de Él, nuestra profunda rebelión y nuestra muerte; así que Dios nos envió a un Salvador”

– D. A. Carson citado por Sugél Michelén

Nosotros no mandamos a Dios. Siempre mi pregunta ha sido: ¿y qué si no es la voluntad de Dios? Imagine el siguiente cuadro: Un servicio en una iglesia, específicamente en la parte del llamado. Pasa una joven de 25 años con un tumor canceroso. El predicador comienza a orar de la siguiente manera: “Declaro sanidad sobre tu vida. Yo lo declaro en el nombre de Jesús. Decreto que todo tumor es destruido. Declaramos que está hecho ahora, ahora, ahora.” La joven no se sana porque no era la voluntad de Dios. La soberanía de Dios quiere decir que Él hace como Él quiere y nosotros no somos quienes para altercar con Él. Dios todo lo permite para su gloria. ¿Cuál es el problema con pedir? ¿Cuál es el problema con orar de la siguiente forma: “Dios tú eres soberano y todopoderoso. Te pido que si es tu voluntad sanes a esta persona para tu gloria. Pero si no es tu voluntad sanarle, que en este proceso ella pueda conocerte. Aún cuando no la sanes te adoraremos porque tú sigues siendo Dios”?

En el próximo escrito trabajaremos la oración del Padre Nuestro, el modelo que Jesús nos dejó para orar y cómo la práctica de declarar va en contra de lo que Jesús enseñó.

Si desean leer más acerca de quién es Dios les dejo las siguientes recomendaciones. Cada libro es de una temática diferente.

  1. Lea la Biblia. Y aprovecho para sugerirla cómo leerla. Lea en porciones extensas, como de cinco capítulos de forma corrida. Esto le ayudará a ver el contexto. Comience por Génesis, ya que la Biblia es una gran historia, no son historias inconexas. Comencemos por el principio.
  2. Cava más hondo: El descubrimiento de lo que creo y por qué importa. Autor: Joshua Harris.
  3. Proclame la verdad: Predique en un mundo postmoderno. Autor: R. Albert Mohler, Jr.
  4. Loco amor. Autor: Francis Chan.

-Juliany

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