Hace unos años atrás conocí a una chica que soñaba con ser diseñadora de modas, así que obviamente aspiraba a estudiar en algún reconocido instituto de moda de Nueva York. Sólo que ésta chica es cristiana y pensó: “Ése ambiente no es el que Dios desea para mí. No es el lugar que Él tiene para mí.” Sintió esa convicción en su corazón y regresó a una de las preguntas más importantes que te haces a tus 16 años de edad: ¿qué estudiaré? Resulta que hay una gran universidad en su país, muy reconocida por la calidad académica de sus programas. Visitó la universidad en cuestión; le agradó el campus. Pero al llegar el momento de completar los papeles de admisión, su corazón comenzó a latir fuertemente. No era la primera vez que le sucedía. Estuvo luchando varias semanas. Al tener la pluma en sus manos, dijo en oración: “Está bien Dios; estudiaré lo que tú quieras.” Fue admitida a una excelente universidad y obtuvo excelentes calificaciones en todas sus asignaturas. Se acercaba el momento de completar algunos requerimientos adicionales para entrar a la Escuela de Medicina… Pero ella desde su segundo año de bachiller supo que no era ése su lugar. Trató de convencerse a sí misma un sin número de veces, debido a su orgullo. “¿Qué pensarán? Dirán que estoy totalmente loca.”, pensaba. “Las personas tienen ciertas expectativas acerca de mi persona.”
Un amigo me dijo una vez que uno no pelea con Dios, tú peleas contigo mismo, luego Dios se acerca y te pregunta “¿Terminaste? Bueno, pues ésto es lo que harás.” Al fin y al cabo, para aquellos que hemos decidido depositar nuestra confianza en Cristo, ya no es nuestra vida, sino su vida. Hemos muerto a nosotros mismos; cada día tomamos esa decisión. Y al final, se rindió ante Él. Recuerdo una cita que una amiga compartió a través de un medio social:
“Es dificil el proceso… pero decepcionaré a quién tenga que decepcionar, con tal de no decepcionar a Aquél que me llamó…”
Así que aquí está la chica de la historia, decepcionando a quién tenga que decepcionar, con tal de no decepcionar a Aquél que la llamó. Ahora ella está en proceso de llenar los papeles de admisión para entrar al mejor seminario teológico de su país para completar una maestría en Divinidad. Ella no ve más allá en el camino, pero sabe que Dios permanecerá fiel. Y sea por donde Él la lleve, allí estará segura bajo la cubierta de sus alas. De todas formas, ya ésta no es su vida, sino la de Él.
“Luego Jesús dijo a sus discípulos: «Si alguno de ustedes quiere ser mi seguidor, tiene que abandonar su manera egoísta de vivir, tomar su cruz y seguirme.”
Mateo 16:24 (NTV)